Este instrumento sufrió un golpe en la voluta y su mango quedó suelto. Examinando con detenimiento, se veía que el taco superior estaba rajado, con lo que un simple reencolado no era suficiente para salvar el problema.
La caja fue abierta y el taco quitado por completo. Uno de los contraaros estaba suelto, y parte del aro despegado así que todo el conjunto fue devuelto a su sitio con mucha paciencia y un poquito de cola.
El resto supuso volver a realizar el encastre respetando la inclinación original del mango, encolarlo, enrasar el borde del retalón y barnizar procurando ajustar lo mejor posible el color del nuevo barniz al del original.
Una vez asegurados los aros superiores, construí un nuevo taco con los anillos dispuestos apropiadamente, lo ajusté a los aros y al fondo y lo encolé en su sitio. Seguidamente fue redondeado y la caja cerrada de nuevo.
Y este es el resultado final, violín listo para tocar.